se engendran los gestos.
como por dentro,
un interior vive
cubierto de una piel llena de huellas,
sosteniendo un mundo
con esqueleto de aire.
están los pies con capas de piel,
con capas de huellas,
historias de pasos sin imagen,
vacías de espacio,
muda de los ojos.
animal ciego y gigante
nadando por recodos de madre.
vive el origen que anda circulando como la sangre,
el ser y el aire.
sin caprichos ni olvido,
la raiz de lo invisible que posesiona las manos,
soplando fuego
y tomándolas para siempre
como a musas,
de las que nacen hojas de sus dedos,
espinas de sus llagas
y una flor, de su hueco de palma;
caos invisible,
la mar excluida y aún así indeleble
como el parto de un dragón,
instinto de mar, espíritu de ola.
pronunciando hacia adentro,
pronunciando tragando
mientras desaparecemos en la caricia de su espuma.
dentro de la noche,
como de otro sol, vamos decantando.
Vamos decantando,
después del fuego, vamos decantando.
Siendo un reflejo, decantando
como un espejo.
cual eco de agua.
Sólo el verso y el agua decantan,
pueden en su gota
en su palabra,
desbordarse y ser
un mundo, un detalle.
que no te iluminen tanto,
que no sobre-lustren
la cáscara de tu huevo patrimonial,
Ya te ves ridículo lleno de joyas y logotipos.
el estuco, tu maquillaje.
estás como un payaso triste,
sonriendo por obligación, vendiéndote
como puta en horario de oficina, vendiéndote
en horario de reforma educacional,
encarcelado como un león viejo
al cual no le quedan dientes,
sólo la peluca del espanto
simuladora de melena.
Tan mío, de todos y de nadie.
No tienes hombro que te consuele
el llanto nocturno detrás de los cerros.
Estas atrapado, invadido,
inválido, como enfermo
que no sabe sanarse, como enfermo
esperando en el frío de un pasillo,
¡por años! Ser atendido.
¿a quién perteneces?
… más digno es quizás
el viejo ebrio de Eloy Alfaro
en vez de esos dueños
de tal o cual inmobiliaria.
No suelo maldecir, pero ¡que se vayan!
los que te quieren dopado e indolente,
¡que se jodan!
los que te quieren ignorante,
dócil e inagotable.
¡Ay Valparaíso!
sigues siendo esa sopa de mar
bañada de Sol y Luna, eres aún
toda mi infancia, mi primera imaginación,
la araña escondida que teje y teje,
un suburbio encantado,
mi punto de partida,
el asomo del astro.
¡Ay Valparaíso!
¡Ay Valparaíso!
escuché tu lamento una noche de primavera,
vi tu soledad una madrugada de diciembre.
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